I wanna be yours
"No vengas a suplicarme perdón, a mentirme con tus lágrimas y tus mejillas enrojecidas. Ahórrate tus palabras, ahorra tu saliva. Regálaselo a otra, a otra estúpida que crea en ellas, en tus ilusiones y promesas vacías".
Y aquí estás de nuevo, mirándome otra vez, juzgándome, acusándome con tu frialdad ¿Cómo pretendes que me sienta? ¿Inútil, inservible, humillada? No. No querido. Fuimos uno pero nunca más lo volveremos a ser. Tú, tu indiferencia, tu engaño, tu falta, solamente tus actos tienen la osadía de venir a culparme. A mí. A la víctima de tu juego.
A la víctima de tu traición. Y no te perdono. No quiero concederte ese placer. Y puedes irte, puedes alejarte, darme la espalda, cerrar la celda y llevarte la llave ¡Qué me importa! Pero nunca conseguirás la victoria. Si te vas, te irás con esa carga que encorva tu espalda por su peso. Puedes dejarme sola, pero jamás rendida.
Aún recuerdo el agrio sabor de tus besos, de tus cigarrillos, de tus vicios, de tus mentiras. Ese olor a ácido cada vez que venías por la noche, y te acostabas a mi lado, sin tocarme, sin mirarme, si tan siquiera hablarme. Y no era por ti, era por ella; por tu conciencia, o lo que resta de ella. Tus mentiras estrangularon mi amor, lo asediaron hasta matarlo y acabó ahogado en lo más profundo del rencor. No vengas a suplicarme perdón, a mentirme con tus lágrimas y tus mejillas enrojecidas. Ahórrate tus palabras, ahorra tu saliva. Regálaselo a otra, a otra estúpida que crea en ellas, en tus ilusiones y promesas vacías.
Es tarde, porque un día desperté a tu lado, y ahí estabas. Con la boca abierta, con el aliento pastoso emanando el dulce y tóxico sabor del alcohol pasado. Y fue tu figura somnolienta, tus ojeras marcadas, tu respiración pausada, tranquila, en paz. Y la mía aturdida y asfixiada. Fue eso lo que me hizo recapacitar. Levantarme de la cama y alcanzar la puerta. Te hubiera encerrado dentro, dejándote en el interior de la habitación, a ti, a tu olor, a tus besos fingidos, a tus excusas sin imaginación, a tu testarudez, a mis culpas con reproche.
Ahora, sí. Levántate y llévate lejos esa llave junto con los recuerdos. Cierra, y dame la espalda. Pero son tus ojos los que se quedaran estancados y mi sonrisa lo que no podrás evitar. Es la puerta que verás cerrarse, porque esta cárcel es para ti; tú la construiste.