top of page

A vosotros

Esto es una carta de disculpa y agradecimiento a aquellos que me han sostenido, impulsado, levantado, guiado, y aunque también he tropezado por ellos y con ellos, les debo todos los pasos aprendidos, las carreras, los saltos, hasta las huidas.


A vosotros, pies, os quiero pedir perdón por decir siempre que sois más feos de lo que realmente sois. No sé qué tengáis hoy, o mejor dicho: no sé qué he tenido siempre para no ver que sois perfectos. Perfectamente acabados, eficaces, valientes e imprescindibles. Quiero pediros perdón por la de veces que os he llevado de la mano (y del corazón) por caminos que vosotros sabíais que eran fango. Pediros perdón por las vueltas, los kilómetros perdidos, la fatiga, los zapatos solo para parecer más alta, más guapa, más femenina, más tonta. Os pido perdón por no haberos tratado como merecíais, por no daros la atención y el cuidado necesario: por no hacer pautas en el camino cuando lo rogabais, que ya sé que os importa cero y nada la pintura y que andaríais descalzos por casa (y por su espalda).


Perdonándome por ser tan cabeza perdida, ilusa de correr tras el conejo blanco, para luego huir asustada después de las doce, y volver decidida a entrar en la casa del lobo. Torpe, a fin de cuentas, en una realidad zancadilla. Y yo venga a trotar como si la "tierralidad" ardiese, y venga a correr como si llegase tarde y se me escapase la vida. Conejo, a fin de cuentas, de una realidad suicida. Solo para otro portazo más (digo yo que alguna puerta pillaré abierta y me colaré, o me invitarán).


Agradeceros la de veces que os anclasteis al suelo, aunque quisierais volar (también perdón por no concederos ese sueño, pero temía y temo que de tanto salto prefirierais no volver a la tierra, porque os confieso que una vez volado, yo tampoco regresaría). Gracias por aguantar mis caprichos, gracias por aguantar los mareos (y las mareas). Gracias por besar firme (que sois planos y lo de firme es casi literal), vosotros, que sentís el suelo como un apéndice de vuestra anatomía, que concebís la huida como un tropiezo, que os mancháis y no os importa, que sudáis hasta en invierno cuando tenéis al miedo en frente y ahí seguís como valientes, o locos, o enamorados de la vida y os lo tragáis aunque sea de rodillas.


Gracias por no saber bailar, porque perdonad que os diga, pero no tenéis ni idea. Aun así, es tan maravilloso sentir como sin tampoco saber volar, hacéis que flote sobre el suelo. Perdón por haberos puesto encima el peso de mis problemas, y gracias, más que gracias, por haber seguido adelante.

Que os quiero y si he de besar algunos, antes que nada y sobre todo siempre, serán los míos.




e477490b-ef69-335a-bf53-d2c343929c3e



Destacados
Nuevos
Archivo
Tags
No hay tags aún.
¡Comparte!
  • Facebook Social Icon
  • Twitter Basic Square
bottom of page