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Hay labios a besar con precaución

He cambiado el café de mis ojos por la taza negra de tu mesilla.

Sé que esta noche fumarás un recuerdo en papel de liarnos a besos contra la pared.

Sé que de oír mis pasos, después te giras para verme al andar, y me abraces con un posesivo a la espalda. Pero cuidado, he ganado una talla en tacones, y dos de soltura.

Me debes más que los labios; los dientes, las encías, ese frenillo de tu lengua. Me debes la saliva de todas las palabras que esperé de tu boca, y aún a sordas, espero sin compromiso.

No se me olvidará que te conocí bailando con olor a cuero, que te escribo casi cada noche porque aún me sangra esa canción desde dentro.

Que perdí mi última clase por acudir a una cita sin garantías y salí con un interés a plazo de insomnios que aún estoy pagando.

Hay labios a besar con precaución, y los tuyos eran una curva sugerente, atractiva y peligrosa. Y yo, tan temeraria como idiota, caí sobre el volante, y te entregué en besos algo más que mis bragas.

A ti, que te pedí mil veces una llamada. A ti, que me mirabas como quien ve la luna explotar y no alcanza a comprenderla, baja las persianas. Creo que tu hermano aún no se da cuenta, sube la música y haz del colchón nuestra carretera.

Yo, tan sumisa a mis plegarias, te confundí con el caballo de batalla, sin imaginar que la guerra había comenzado en la vía contraria.

Cuídate de los demonios, que despiertan en malos días con mi nombre a tu espalda.

Pero cuídate más de mí, que aún conservo la distancia de tu cuerpo al mío, y las palabras exactas para retomar el hechizo.

Ya sabes en qué lunar te espero.

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