Declaración de intenciones
Que la vida sea eso que transcurre entre las manos
mientras una toma la del otro.
Que la vida sea ese instante
en que tu mirada busca mi sonrisa
y mis labios te piden,
en silencio,
que por favor no calles
o les incitarás a provocarte.
Que la vida sea un “estás muy lejos”
cuando nos separa menos de un metro.
Que el confeti empañe los sillones.
Que en la vida nunca olvidemos
la calidez —y calidad— de nuestra compañía,
las carreras en la escalera
porque, confieso,
contigo los ascensores son un lugar de paso privado.
Pero pido que la vida
no arañe en la garganta
por las palabras que no dijimos,
por los besos que nos llevamos,
cada uno en su recámara.
Y para la próxima
dejo por escrito mi declaración de intenciones:
ni ascensores ni silencios,
no es el lugar, es la compañía.
Porque cuando la tentación aprieta,
la rendición sabe a victoria.
Y pido que, aunque superemos el metro de distancia,
nunca permitamos
que el frío vuelva a nuestra piel,
pues entendí al tocarte,
que mi corazón latía bajo cero.