Insuperable
Es curioso como a veces todo se resume a un instante, una mirada compartida. Dentro del coche, el olor a cuero, una sonrisa y el tacto del pelo.
Y entiendes cómo los nudos de tu interior se disipan, cómo se desatan tus temores, tus dudas, y respiras.
Y ya no duele, ya no aprieta en la garganta.
Joder, cuánto te quiero. Joder, cuánto te quise. Y es diferente, y se entiende, y no necesito más.
Tal vez tengamos ese asunto pendiente, llegado el momento no fingiré haberlo olvidado. Pero quién sabe, tal vez en eso consisten los reencuentros, en tener algo pendiente para una próxima vez, y deseo, te deseo, de corazón. Junto al mío. Pero separados.
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Y lloras sin que te aflija el pecho. Lloras mientras sonríes, como si por fin, después de tanto, el bloque de hielo se deshaciera y brota por los ojos. Y no duele, no pesa. Eres feliz, porque ya no hay silencios incómodos. Por fin se equilibra la balanza, y miras el tiempo pasado como un bonito recuerdo enmarcado en un cuadro de cristal. No lo olvidarás nunca, ni tienes porqué hacerlo. Agradécele, que él te enseñó. Lo bueno y lo malo, y que lo bueno fue muy bueno, y lo malo fue realmente malo.
Pero joder, simplemente insuperable.