A cuchillo
Que debo ser la persona más estúpida del mundo.
Lo sé.
Esperando tras el cristal de nuestra calle
un último encuentro.
Porque detesto los silencios por respuesta, las despedidas apalabradas con alfa privativa, si es que dentro de la locura fuese posible.
Que no sé cómo lo hago, pero ante mil razones para marcharme, siempre encuentro una que me impulsa a esperarte.
Lo odio, a la razón remota que sea, a mí por crearla, a ti por provocarla. Nos odio.
Y me jode que me debes mucho, tanto que no te alcanzará la vida para devolvérmelo, pero no te lo exijo. No podría.
Es mi elección. Siempre es mi culpa.
Ser yo la que decide esperarte. Ser yo la reincidente, ser yo la que te quiere, tú el que se deja querer.
Y me miran ojos que no son los tuyos, y no atiendo a miramientos ajenos de quien no me ha visto desnuda. Por dios, qué frío hace.
Y donde empezó todo, así ha de acabar, en la esquina.
Este es el resumen de nuestra historia: dos personas queriendo encontrarse, y no consiguen enlazar sus caminos. Y deambulamos perdidos, con el sentimiento partido, con los abrazos vacíos.
La pregunta es: ¿te lo mereces? ¿Me lo merezco?
Y que no se diga. Qué puto frío hace.
Y aquí estoy, comiendo un dulce a cuchillo y tenedor, cuando de toda la vida ha sido a bocados, con servilleta si nos ponemos finos. Pero no, hoy toca hundir los dientes del cubierto, imaginando los tuyos en mi corazón.
Hoy toca desgarrar el chocolate a cuchillo, y digerirlo. Devorar este corazón, procuraré que no se me haga bola, así que poco a poco. Tal vez así no vuelva a encontrar más razones para esperarte.
Pero ven ya. Ven. Solo ven, te lo pido. Ven.
En esta espera me desespero.
Y cuando estoy a punto de rendirme, de tirar la toalla, a ti en ella envuelto en todos los recuerdos, cuando estoy a punto de tirar todo lo que me une a ti… (imagino que) apareces.
Recordándome que sigo siendo tuya. Que me deje de historias en las que ni yo creo. Y cómo ardo en rabia cuando lo haces, tal vez porque no tan en el fondo, comprendo que tienes razón. Que la única historia que quiero vivir es contigo. Que me deje de otros cuentos.
Como si algo me dijese que vas a aparecer entre esa manada de coches, veré tu matrícula, y me volcará el corazón. Lo sé. Como si predijese el futuro, lo sé. De aquí no me voy sin verte.
Y creo que voy a vomitar. Mi corazón pesa demasiado, y mi voz me dice: vete de ahí. Y por una vez en mucho tiempo, los restos de mi corazón y de mi conciencia, estaban de acuerdo.
Porque no apareciste.
Ni ibas a hacerlo.
Y me rendí.
Dejé ir aquello que nunca tuve.